Automatización del comercio exterior, I.A. y 40 años de experiencia aduanal.

marzo 4, 2025

Justo cuando pensaba en jubilarme, hemos tenido un resurgimiento de proyectos como nunca antes. En años anteriores, todo sucedía como respuesta a necesidades de trabajo; es decir, siempre había modificaciones en cuestiones aduanales y había que ofrecer soluciones a los problemas que se presentaban, porque, en esta industria, el tiempo siempre apremia. Todo era tan vertiginoso como ir en el tren Shinkansen de Japón, con el paisaje borroso en la ventana.

Todo ha pasado velozmente. De repente, nos encontramos en un lugar que nunca imaginamos alcanzar. No ha sido por falta de imaginación, porque la hemos tenido de sobra y siempre ha sido necesaria para resolver los problemas de los clientes. Creo que ha sido más bien una cuestión de no habernos dado el tiempo de levantar la cabeza y admirar el paisaje.

Así son estas cosas: tu paisaje es tu trabajo y el producto de tu creatividad; en nuestro caso, los sistemas. Resolver problemas, ajustarse a la normatividad aduanal, obedecer algunos caprichos…

Recuerdo que hace muchos años recibimos la llamada de un cliente que necesitaba urgentemente que modificáramos el logotipo de SEMARNAT. Resulta que habían publicado el nuevo logotipo y, el día que entró en vigor, a una persona de aduana se le ocurrió decir que lo que estábamos imprimiendo era incorrecto, a pesar de ser el nuevo logo oficial, el cual incluía un elote, una vaca y un pez. Pues bien, a ese señor se le ocurrió que el pez no debía estar en el logo. Así que tuvimos que eliminar el pez y enviar la modificación para que la mercancía pudiera cruzar.

Puede parecer una anécdota menor, pero si se retrasa la entrega, pueden rechazar la mercancía y alguien perderá cientos de miles de dólares. En esos casos, los primeros a quienes voltean a ver son a los programadores.

Sí, esto de la operación aduanera es un constante estado de emergencia.  Todo urge, todo es para ayer, y siempre se nos culpa a nosotros.

Como les decía, todo fue tan rápido que ya estamos aquí, habiendo recorrido una cuarta parte del siglo XXI, rodeados de gente súper profesional y muy inteligente, trabajando como hormigas en esteroides.

Desde hace años queremos migrar nuestros sistemas a la web, pero por una u otra razón no lo hemos hecho. Primero, porque hay tantas plataformas de desarrollo para la web que es complicado elegir una. Hay que tomar en cuenta que, si nos lanzamos de lleno, arrastraremos a todos los usuarios al océano. Hay que pensar en las repercusiones de cambiar el diseño de las pantallas de captura. El diseño tiene que ser lo más parecido al sistema anterior; de lo contrario, nos lincharán. También tiene que ser igual o más rápido. Debe utilizar las mismas bases de datos del sistema que van a dejar de usar, y detalles similares.

Después de seleccionar la plataforma (Blazor), que viene con el lenguaje (C#), hay que buscar las herramientas. Las herramientas no son más que un código que alguien ya escribió y está a la venta, o también puede ser open source, que básicamente es gratis.

Después de eso, hay que pensar en qué proyecto iniciar. Y de ahí en adelante, demasiados detalles como para enlistarlos aquí.

Hasta que “llegó la Inteligencia Artificial”

Uno de mis programadores me dijo: “Nos van a dejar sin trabajo”, lo que es el pensamiento común cuando se empiezan a automatizar procesos.

Hace unas semanas participamos en un evento de Inteligencia Artificial, en el cual presentamos nuestro módulo Platypus en su versión web. Una de las presentaciones del evento fue sobre cómo utilizaron I.A. para clasificar mercancía de importación. Lo interesante no fue eso, sino las herramientas que utilizó el presentador. Nos quedamos boquiabiertos. Al final, uno de mis programadores me dijo: “Nos van a dejar sin trabajo”, lo que es el pensamiento común cuando se empiezan a automatizar procesos. Pero yo no lo vi de la misma manera, y le dije que lo viera como otra herramienta más que nos ayudará a resolver problemas en los que nos atoramos. Esto va a agilizar la creación de nuevos sistemas, inclusive para dar soporte técnico a los usuarios.

Uno de nuestros programadores integró un chatbot a Platypus. Pero, esto de la I.A. no se limita a chatbots; va muchísimo más allá… ¡No se pueden imaginar!

En conclusión, mi jubilación fue reemplazada por una emoción y un ímpetu que nos hacía falta y que nos va a impulsar a una nueva era de creatividad. Ahora nos presentan un problema y, de inmediato, pensamos en cómo podemos resolverlo con las nuevas herramientas de I.A.

Son tiempos nuevos y emocionantes. Disfruten de su I.A.